El otro día decidí, por fin, irme a las rebajas. Craso error. Y es que todos los años me pasa lo mismo, me marco un presupuesto, no sé, depende del efectivo que disponga, y me propongo firmemente no sobrepasarlo por nada del mundo. ¿Por qué perderé el tiempo en algo tan inútil? Si al final siempre me lo salto… Me compré tres vestidos, dos pares de zapatos y una funda para mi nuevo iPod. ¿Dónde está el error? En que, con la copla de que todo estaba mucho más barato, me fui a las marcas caras, y al final gasté (mucho) más que si me hubiera ido en temporada normal a las tiendas de siempre.
Así que, siguiendo mi consejo de experta gastiza, deberías visualizar lo que necesitas y lo que no antes de embarcarte en la aventura de las compras. Hazte una lista de qué es exactamente lo que quieres comprar, tanto si lo necesitas como si simplemente te gusta, y síguela a rajatabla, no hagas como yo. No vale la excusa de «bueno, no es exactamente lo que quería, pero está tan bien de precio…» No. Si quieres algo, búscalo, y si no lo encuentras, no compres lo primero que pilles, ya lo encontrarás. Ya sé que es el consejo de siempre, pero, si lo cumples, notarás como este año, por fin, tu bolsillo agradece la llegada de las rebajas y de una vez por todas les pierde el miedo.